La memoria duerme en la yema de los dedos

Los cuatro vientos se preguntan cuál guitarra los hará copla. Las babas del diablo tejen madejas de seda en los alambrados. Los latidos del corazón murmuran golpecitos en la gubia. Un gusano apura al membrillo verde para que llegue al fuego antes que la helada.

Los oficios, como los ritmos vitales, son los bienes más difíciles de conservar y proteger. Como las voces, como los métodos, como las vidas, están en permanente modificación, volátiles y perennes.

El saber se agolpa en las manos de algunos. Como una vocación irrefutable, la tradición empuja, en forma de deseo; los cuerpos necesitan movimiento, fricción y fuerza; y la muerte siempre cierta, alienta el apareo entre la herramienta y el pulso.

Nada más íntimo que arroparse con la memoria. Una herencia personal, social, o de la historia, pulsa por transfigurarse en materia, por escapar de las sombras del olvido. Sólo quién conoce las reglas puede cambiarlas. La labor, así, se hace acto político, y el gesto estético le grita al presente la necesidad de dejar atrás al aprendiz.

El legado se declara inútil de uso pero preso del afecto.
El artista sabe lo que hace, lo conoce, pero para sobrepasar el nivel de la producción artesanal, también debe creer. Superando a la costumbre, y a la repetición, su intelecto se libera con la emotividad, y su razón aparece emancipada. La sensibilidad aflora cuando crea y pese a la fragilidad inmanente, el saber, se vuelve nuevamente patrimonio.

Herminda Lahitte

Artistas Participantes:
Juan Matías Álvarez, Gabriel Baggio, Nilda Rosemberg, Paola Vega

La memoria duerme en la yema de los dedos
Desde el 12 de mayo al 30 de junio de 2016

Fundación Lebensohn
Hornos 238
Ex fábrica Bagley, Barracas
Ciudad Autónoma de Buenos Aires