Dolores Furtado. Lo nube

Hubo un tiempo en el planeta tierra sumamente violento. Un tiempo del cual casi no quedan vestigios. Un tiempo de una violencia cuya magnitud es esencialmente desconocida por el hombre. La violencia de la tierra, de su fuerza de conmoción y de transformación que modeló, en una temporalidad para nosotros inconmensurable, todo aquello que nos rodea.

El tiempo del origen de la materia, del fuego y de los estados fluidos. El tiempo gaseoso. El tiempo nube.

La era pre-ancestral, anterior incluso a nuestra idea de lo primitivo y a los modos de registro de la memoria humana que codificaron los usos de la narración histórica. Porque más allá de los calendarios están las rocas que condensan en su interior el tiempo de acción de la tierra y de sus maneras de construir el mundo.

Capa por capa, del interior a la superficie, estos testigos de la vida siguen mutando por efecto de los mismos elementos que le dieron sustancia. El tiempo y la materia como hacedores de todo lo que permite la existencia.

Las obras de Dolores Furtado parecen estar hechas de la memoria de aquellos tiempos de colisiones. Sin plan previo, y extremando las posibilidades técnicas de la resina, sus formas se asumen como el resultado de la acción incidental sobre el material. Más que objetos en su sentido convencional, estas cosas son documentos contingentes que registran procesos con resultados no del todo predecibles.

Son metáforas de un tiempo ante-pretérito. Proto-formas de un paisaje desclasificado alojado en el centro mismo de la tierra. Vestigios arqueológicos de estados de la materia conservados por la misma acción violenta que los vio nacer. Fantasmas de la tierra. Bruma arqueológica.

Pero también existe en la obra de Dolores una dimensión espectral asociada no sólo a los fenómenos físicos cuantificables, sino más bien a los rastros de existencias humanas y proto-humanas. Antiguas presencias que flotan y toman carnadura en los cuerpos contingentes que modela la artista simulando por momentos la acción de la naturaleza.

Algunas de sus piezas tienen escala humana y parecen entablar un diálogo con el espectador. Quizás más que una conversación, estas formas traslúcidas y evanescentes, conforman un díptico que informa también sobre estados de la materia: un sujeto cuerpo y otro espectro.

Ahora que pienso, tal vez lo nube sea también lo fantasma.

Jimena Ferreiro
Buenos Aires, abril de 2018

 

Dolores Furtado
Lo nube

Desde el 9 de mayo al 15 de junio de 2018

Vasari
Esmeralda 1357
Ciudad Autónoma de Buenos Aires