Alfredo Prior. Mi pintura 1971-2018

En 1972, Alejandra Pizarnik, dos noches antes de su muerte conoce a Prior, conoce estos retratos de niños de Alfredo Prior que constituyen la primera serie de sus pinturas, más de cien, realizadas en Pringles en 1971, La voz grave de Alejandra trata de definirlos, de darles otra apariencia sonora - tan real entre los sueños reales, pero tan inalcanzables entre las cosas que dijimos. Dice: “Angustian estas caritas de tiza mojada”. Leemos y reinventamos otra vez ese recuerdo. Sostenemos así su primera energía. Diez años después, Servero Sarduy escribe: “Van a cantar. Se han puesto chaquetines de granate y oro, con exceso de galones y lacerías. Con los labios forman una perfecta O. Aspiran al coro de niños cantores de Córdoba, a emprender las volutas enrevesadas y superpuestas de Juan de Araujo y Tomas de Torrejón y Velasco, o las toscanas armonías de Domenico Zipoli. Y en ese momento de porosidad, en que la música los atraviesa -como la voracidad o el pánico a un banco de pececillos- lós capta Alfredo Prior”. Osvaldo Lamborghini cuando mira por primera vez los “niños” de Prior exclama: “A este pibe no le circula sangre por las venas, le circulan perdigones...” Sensación mezcla barroca de las sensaciones-, balbuceó oscuro del sentido; pero quizás más lejos aún, algo innombrable las despeja; comprobamos que en cada mota de color se repite una pequeña historia del arte que exalta su origen ancilar -su proximidad en todo caso con el comienzo y fin de las religiones. En un poema sobre los ideogramas chinos, Henri Michaux lós llama “niños que nacieron peinados”. Pienso en esta definición cada vez que miro los retratos de Prior. Nacer peinado tiene, además de las connotaciones estéticas que le dio la obstetrícia niños que nacían con el cordón adornándoles lá cabeza-,otra que acosó inventaron las parteras: el niño luce así aún destino privilegiado. En su Historia del Arte, Plinio el Viejo refiere que Pausias de Sición también era pintor de niños y también inventó, Cómo Prior , una técnica para pintarlos ( lá encáustica). Pero salta de su relato también otra figura que me atrevo a llamar la “figurita de la emoción” y es que: “Pausias fue amigo de Glicera, la primera muchacha que supo entretejer las guirnaldas”. El historiador y el poeta inventan una nueva conexión o sintaxis que teje y retiene, como Glicera misma, imágenes inolvidables y fuga de las sensaciones: ¿el arte no es tan sólo la entrega de esa figura huidiza de la sensación? ¿La “figurita” de lo sentido, la que se escapa de las obras como un ímpetu que hace esplendor o como quiere el filósofo, va a soplarle al oído del futuro su imitación implacable, por venir: su misterio que en todo caso es apenas un matiz, un dato mínimo, una invención pequeña incomprobada

Arturo Carrera

 

Alfredo Prior
Mi pintura 1971-2018

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