Enio Iommi

Enio Girola Iommi, uno de los escultores argentinos más reconocidos del último siglo, nació en Rosario en 1926 y aprendió a esculpir en el taller de escultura ornamental que poseía su padre. En el 45 cofundó la vanguardista Asociación Arte Concreto-Invención y participó en todas sus exposiciones, presentando obras hechas con varillas metálicas en distinta composición, siempre muy aéreas y generando un espacio virtual. Fiel a su tendencia exploradora, en el 51 abandonaba las rigideces del proyecto concreto, pero recién en 1977 termina de dar su gran vuelco artístico, plasmado en la exposición “Adiós a una época”. Rescata la representación y compone obras con materiales toscos, residuales, como adoquines, maderas, alambres, que refieren al contexto sociopolítico con ironía y agresividad. “Allí empecé a trabajar el espacio dramático, antes era el espacio puro”, explicó Iommi.
Fue nombrado miembro de la Academia Nacional de las Artes, pero luego renunció: “era cerrado e inútil, y volví a la vida”. Su obra fue convocada por los más importantes museos del mundo, y su historia recogida por Jorge López Anaya en el libro Enio Iommi, escultor. Trabaja diariamente, infatigable, y recibió a Debate en su estudio de San Telmo, donde guarda amontonadas cientas de maravillosas obras.

¿Cómo ve la evolución del arte en Argentina?

Yo tengo sesenta años de trabajo, y a esta altura no sé si es útil o inútil. Para mi el arte es inútil, en una sociedad como la que estamos viviendo. Está dominado por los críticos, los curadores, los intereses comerciales. Se cree que un artista tuvo éxito porque vendió. Pero eso no es ser artista: el artista es el que transforma todo un hecho cultural. Y hoy se cree que Arte BA es mostrar arte, cuando no es más que mostrar el comercio del arte. La gente que compra arte actualmente lo hace para adornar, no para pensar; el objeto queda limpiado de provocación y sólo importa que sea bonito y vendible. Y el arte está para pensar, ¿qué es el arte por el arte? Nada. Hay algo cuando el artista se jugó en transmitir un pensamiento, cuando quiere dar algo a la humanidad. Creo que hay mucho pintores y escultores, pero pocos artistas.

¿Rescata algo de las generaciones jóvenes?

Individualmente, pocos. En esta juventud que estoy viendo hay mucha libertad, libertad total, lo que me encanta, pero descontrolada, en el sentido de que le falta esa noción de la vanguardia. La juventud no ganó la libertad, se encontró con la libertad, y no sabe cómo utilizarla. No sé por qué toda esta manía de defender a la juventud artística, yo digo que sufran un poco para saber lo que es el arte. Cuando todo es fácil, es peligroso.
El arte dejó de tener vigencia vanguardista. Perdido ese espíritu, es lógico caer en lo que es el arte decorativo, que quede bien en la casa y no cause problemas al que compra. Muy distinto a unos cuarenta años atrás cuando existía realmente la vanguardia, artística e incluso política, entonces uno tenía otro espíritu, otra idea de lo que era el arte. El arte es un pensamiento, una comunicación, y un diálogo entre las personas. Hoy el único diálogo es el comercial. Muchos años atrás se trabajaba por el idealismo artístico, el artista inventaba la situación, inventaba su vida, inventaba su placer.

La ruptura entre los concretos y el PC, ¿habla de una dificultad histórica de articulación entre al vanguardia artística y la vanguardia política?

Sí, claramente. Nosotros fuimos como una especie de adelantados en este país. Trabajábamos un arte muy cerrado, muy de vanguardia, que se discutía, y había grandes peleas artísticas entre nosotros y el arte que se estaba haciendo en ese momento. El arte concreto creo que fue una gran revolución artística en Argentina porque rompió con la escuela francesa, que era importante, pero debía advenir un cambio, si no todavía hoy seguiríamos en la misma. Todos nos atacaban y ese era nuestro gran placer, porque evidenciaba el nacimiento de algo. Y hoy es obvio que los jóvenes están mucho más libres para exponer sus ideas artísticas, pero sin molestar a nadie; uno hace una exposición y lo abrazan.

Si molestar es saludable, ¿festeja el incidente que tuvo León Ferrari con la Iglesia?

León Ferrari perdió dos hijos en la dictadura, y la Iglesia no hizo nada para defenderlo. Le pasó algo terrible, entonces se podría decir que lo que viene después es como un vomitar constante. Yo lo respeto mucho, pero es un camino, y hay diversos caminos para el arte. El de Ferrari es un arte que yo llamaría personal, y el arte es universal, creaciones para un nuevo mundo, jugarse a transformar la vida cultural. Las cosas personales no me interesan. El artista es un pensador social.

¿Con qué idea abandonó el arte concreto? ¿Siente que la entronización de aquellos años pierde de vista su recorrido posterior?

Yo hace tiempo abandoné las máquinas y volví a lo más primitivo que hay, las manos. Me cansé de tanta precisión, de tanto cálculo, que era lo que hacíamos en el arte concreto. Profundizando, llegué a lo primitivo, y con lo primitivo quiero mostrar lo actual.
Hace poco nos invitaron en arte BA a una conferencia sobre los 60 años de arte concreto, y yo les dije que era el pasado, que ya lo había hecho,

¿y la vida, no vale nada?

Me interesa la manifestación de lo que yo puedo hacer ahora. Hlito también dejó el arte concreto mucho antes de morir; Raúl Lozza en cambio sigue haciendo lo mismo hace décadas. Después está Arden Quin, que dice que ha creado en el mundo el arte Madí, ¿y para qué? Si no somos todos iguales, para qué vamos a hacer arte igualitario. La cosa más aburrida sería que fuéramos todos iguales, uniformados, como presos en la vida.
Pero el verdadero artista no cambia, profundiza sus ideas. Yo vengo del arte concreto y lo que estoy haciendo no tiene nada que ver, pero cita la profundidad de mis ideas artísticas. Es decir: he llegado hasta aquí. Y quiero seguir desarrollando mis ideas hasta el final. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando en cosas nuevamente distintas.

¿Con qué materiales está trabajando?

El material es lo de menos, la base es la idea. Ahora estoy trabajando sobre la maldad. Si existe la maldad es porque nace, porque nacemos. Cada vez que nace un bebé no se sabe si será bueno, malo, regular, un diablo o un dios. Entonces estoy haciendo dos chicas, representadas por grandes muñecas que están jugando, y una de ellas le pone un alfiler en el ojo. Ella nació mala, y la otra buena. En Europa, frente a las pinturas del renacimiento, los verdaderos artistas van a ver la parte donde está pintado el Diablo, porque ahí el artista se jugó; donde está Dios es todo suave, todo bueno, todo perfecto, y creo que en la vida hay de todo. La perfección no existe ni aquí ni en ninguna parte del mundo. Entonces a mi me interesa la parte del diablo, porque me da ánimo, me da interés y me da valor para seguir adelante en el arte. Si no, me quedaría pintando florcitas. El arte concreto fue mi principio; no sé cuál será mi final.

¿Piensa que el avance de la cultura de lo inmaterial puede afectar a las artes plásticas?

Todo aporte progresista es bienvenido para el arte. Moholy Nagy decía, hace ya como cincuenta años, que de lo que se trataba era de trabajar con el espacio. ¿Cómo es eso? El decía por ejemplo que le gustaría construir una gran campana de cristal, poner elementos metálicos adentro y con un imán desde fuera moverlos, que vuelen por el espacio; o iluminar las nubes, porque quería que la pintura abandonara el lienzo. Y bienvenido si la ciencia el día de mañana nos da la posibilidad de trabajar sin el material.

RECUADRO: ARTE CONCRETO

El Manifiesto Arte Concreto fue escrito en la París de 1930 por Theo van Doesburg, muerto un año después. A fines de la década, la expresión fue apropiada por artistas suizos como Max Bill (ex alumno de la Bauhaus), y a mitad de los cuarenta introducida en Argentina por el arquitecto Tomás Maldonado. El único número de la revista Arturo, en 1944, presenta en sociedad la corriente, que se constituyó en la gran vanguardia del arte local, expandiéndose a Uruguay, Brasil, Venezuela. Enfrentaba el arte figurativo o representativo, apostando por construcciones geométricas abstractas, objetivas, racionales, calculadas.
En nuestro país armó tres grupos: el Perceptismo, el Movimiento Madí y la Asociación Arte Concreto-Invención, cuyo Manifiesto Invencionista, firmado entre otros por Enio Iommi, su hermano mayor Claudio Girola, Maldonado, Alfredo Hlito, Lidy Prati y Raúl Lozza, aseguraba que “La estética científica reemplazará a la milenaria estética especulativa e idealista”. Proponían la invención contra la creación, ya que, en palabras de Iommi, “La creación es una continuidad de cosas, un enriquecimiento de lo hecho; la invención es una novedad, un corte”.
El arte concreto fue nutriente de importantes corrientes como el arte óptico y cinético en los 60, el constructivismo latinoamericano en los 70 y 80 y el neo concretismo y neo minimalismo en los 90.

RECUADRO: SU RELACION CON BERNI

Con Berni estuvieron enfrentados, ¿luego adquirió una obra suya?

Estábamos enfrentados con el muralismo y el arte figurativo. Luego, en la galería de Julia Lublin yo expuse un trabajo; era una columna de acrílico, y se me había ocurrido limpiar todo mi taller y echarle dentro toda la mugre. Y le puse un letrerito: “como siempre, brillante la fachada, pero por dentro...”. Cuando Berni la vio me dijo “esta me la llevo”. Y lo que jamás hubiera imaginado, nunca me la pagó. Es que era rosarino, y nunca pagaba. Y un día me llama, que necesitaba mi ayuda. Fui a su estudio de la calle Lezica, y el asunto era que le habían encargado un monumento, un gaucho con su caballo. Y le digo “pero vos sos pintor, ¿ahora sos escultor también?”, y se reía. Le conseguí un taller artesanal, Piave, donde iba a trabajar todos los días, y nos hicimos muy, muy amigos. Un día yo estaba trabajando en una obra grande, que está al lado del museo Bellas Artes, y viene Berni y me pide que baje, y me dice “¿vos sabés que hay dos artes?” “¿Dos nada más? Qué poco. ¿Por qué?” “Están ustedes, el arte concreto, que es preciso y denuncia vía la perfección, y nosotros, que hacemos denuncia social. Lo demás no sirve para nada”. Nos hicimos muy amigos y esa obra la terminé yo porque el murió; está en la ciudad de San Martín, bastante abandonada. Sentimos mucho la muerte de él, y con muchos artistas sostuvimos una lucha con la Dictadura sobre quién organizaba el funeral; ganamos y pudimos velarlo en el Centro Cultural Recoleta.

Fuente: Revista Debate