Manos a las obras: 10 artistas

Con poderosos universos visuales la Galería Maman Fine Art festeja sus 20 años.

Catalina Chervin compone a través del dibujo imágenes sutiles, complejas y poéticas.
Su obra bordea la figuración pero no ancla en ninguna similitud realista sino que tiende hacia a la organicidad de un universo onírico y barroco que la acerca en afinidad al surrealismo. En sus últimos trabajos aparece el collage llevado a gran escala y la escultura, realizada en resina poliéster.

En la obra de Mónica Millán el dibujo anticipa la memoria y reconquista la tradición del tejido. Las líneas del lápiz componen en la tela una escena fantasmática donde luego aparecerán los colores como un murmullo aleteando la superficie del bordado para convertirse en hojas, flores o mariposas. La artista combina telas teñidas, pequeños manteles, cintas de colores, tejido crochet o encaje ñanduti que tejieron otras manos estableciendo así un vínculo fecundo entre creación artística, artesanía popular y lenguaje plástico.

Admirada por Henri Matisse quien dibujó su rostro con gran poder síntesis, amiga de Pablo Neruda quien le prologó una muestra en 1972, Alicia Penalba creó un vasto cuerpo de obra que va desde la pequeña hasta la gran escala.
La artista trabajó con muchísimos materiales. Un ejemplo de ello son 3 piezas policromadas hechas en material refractario que datan del año 1964 y Dúo, obra en acero inoxidable. Pero la técnica del vaciado en bronce ha sido su preferida. A través de este material se puede percibir el carácter y la fuerza expresiva de la artista.

A diferencia de Penalba, Mónica Van Asperen maneja la fragilidad del vidrio y la inmaterialidad de la luz. A través de estos medios logra inesperadas posibilidades expresivas. Su escultura lumínica Resonancia, le valió el premio Trabuco Mención especial en 2017. Construcción geométrica, de formas lineales y ondulantes que se repiten en un espacio grávido de luz y color. Sus últimos trabajos, son fotografías perfomáticas que entrañan un compromiso activo enmarcado en la actualidad dramática de los femicidios.

Desde sus comienzos Karina El Azem explora los alcances de la tradición ornamental y el diseño lo que la llevó a realizar propuestas innovadoras. La artista amplia el horizonte del ritual y la artesanía para configurar un sistema inestable y anómalo: introduce la reproducción digital albergando la coexistencia del original y la copia. Poniendo de esta forma en el tapete un tópico tratado en el arte contemporáneo acerca de la naturaleza del arte. Otro tema desarrollado ha sido la violencia donde reemplaza la mostacilla por municiones y balas. Actualmente progresa hacia la concepción de obras realizadas para dispositivos digitales donde el NFT tiene su reinado.

Si en la obra de Karina El Azem, el protagonista es la mostacilla o la munición, en Nushi Muntaasbki es la venecita. El universo que elabora es eminentemente sensual y táctil, los colores que utiliza son vibrantes y acentúan la riqueza hiperreal que ofrece el volumen. Así en su obra resplandece la belleza de lo cotidiano con su cuota de humor y de tragedia como la vida misma. Puede ser una rueca de cuento de hadas o una manguera que resplandece como una joya enrollada. Lo bello y lo útil, se ofrecen como categorías que, si bien parecen revulsivas al dominio del arte conceptual, provocan un borramiento de fronteras entre arte y artesanía, entre lo alto y lo bajo en la cultura occidental.

Reina del collage y del ensamblaje, Nora Iniesta compone un caleidoscopio de imágenes que producen asociaciones y alteraciones del sentido. Utiliza diversos materiales y recicla elementos cotidianos: juguetes o enseres domésticos como abanicos, espejos o portarretratos. Muchos de estos elementos se vinculan a roles y a situaciones donde lo biográfico y lo femenino casi siempre se enuncian.
Junto a obras producidas durante la pandemia convive una obra temprana: Réquiem para un plumero (1987) que adelanta el desarrollo de su poética conceptual donde la apropiación, la sutil ironía, lo lúdico y el rigor formal la caracterizan.

En diálogo con la obra de Iniesta aparece la de Bárbara Diez quien desde hace un tiempo comenzó a realizar collages en íntima relación con su historia familiar. Se trata de la recuperación nostálgica de revistas de época y libros de arte que pertenecieron a su abuela materna. De esta manera, sus collages atraviesan la historia del arte interviniendo reproducciones de obras de artistas reconocidos, adosando estratégicamente determinados objetos a las imágenes donde casi siempre interviene la humorada. Estos gags visuales se producen cuando acentúa los anacronismos de la imagen colocando pequeños elementos tecnológicos en imágenes antiguas o ingresando elementos relativos a la sociedad de consumo, como en su momento lo hizo el pop.

Relacionada con el arte pop, las pinturas de Cynthia Cohen recorren un imaginario donde los objetos, los animales y las personas aparecen exaltados a través de un realismo vívido y alegre que roza lo artificial. En 2006 la artista realizó cuadros de grandes dimensiones para componer un caleidoscopio de imágenes superpuestas donde las figuras se presentan en diferentes escalas. En sus telas, conviven la ilustración, el graffiti, la técnica de la pintura plana y el dripping con colores saturados.
Una desmesura que va en efecto cascada a la manera de una psicodelia.

Marcia Schvartz pertenece a una estirpe de artistas donde lo político, lo social y lo popular es la fuerza portadora que da sentido a sus trabajos. Dibuja y pinta figuras humanas con un carácter deliberadamente expresionista que acentúa los rasgos de cada personaje volviéndolos mito. Apelando a un humanismo brutal y al mismo tiempo tierno, la artista ha tenido siempre una mirada de género muy perspicaz. Su pintura atraviesa un universo donde se deshoja el deseo, el desprejuicio, la tristeza y también la camaradería.

Curadora: Patricia Pacino

 

Manos a las obras
10 artistas

Desde el 26 de octubre al 23 de diciembre de 2021

Galería Maman Fine Art
Av. del Libertador 2475
Ciudad Autónoma de Buenos Aires