Jesús Marcos. Itinerancias

En carácter de retrospectiva, se reúne un conjunto de trabajos que resumen la experiencia del artista a través de espacios y tiempos diversos, imágenes que mediaron entre el autor y su entorno cotidiano.

La secuencia de los 50 años de trayectoria que vemos a través de estas piezas, dan testimonio de que los lenguajes de la pintura, del grabado o de la escultura se revelan para Jesús Marcos como mediadores entre su pensamiento y el mundo exterior. A poco que interroguemos sus imágenes con algo de suspicacia, podremos sospechar que existe un impulso disruptivo donde “lo real cotidiano” entra en tensión con “lo real subyacente”. Es aquí donde se reconoce la deriva del surrealismo en esta travesía. Los fragmentos regulan la estructura de sus figuras porque aparecen como vestigios, alusiones, resonancias.

Tal como él lo ha entendido, sus obras, como sus textos -Jesús ha sido un ávido lector y un sutil narrador que nos dejó Itinerancias en torno al Arte, un bello relato de su experiencia de vida, que no es otra que su experiencia del arte- tienen la secuencia aleatoria de los sueños.

El universo de lo poético se enriquece cada vez que el artista acentúa la ruptura del orden racional del mundo. Pero esa ruptura no es pérdida sino reconocimiento de que el fragmento, como el umbral, intuye lo por venir, la memoria de una presencia en apariencia ausente. Pero solo en apariencia.

Así, pues, cada una de sus obras se presenta como visualización de un pensamiento que sospecha ámbitos ocultos tras la apariencia de las contingencias cotidianas; entonces, su obra encuentra su espacio en el plano de las realidades profundas, es decir, de aquellas que la creación estética es capaz de descubrir y, acaso, descifrar.

Finalmente, entre tanto desconcierto actual, las obras de Marcos se ofrecen al espectador contemporáneo para que éste penetre en el goce de la belleza sin por ello renunciar a la indagación polisémica de su misterio.

Malena Babino
Agosto de 2019

 

Jesús Marcos – Cuando la razón emociona
El arte se constituye como tal, cuando es capaz de ampliar nuestra experiencia del mundo, y las producciones artísticas son esas “otras realidades”, que muchas veces nos permiten comprender mejor el complejo discurrir de lo que consideramos realidad objetiva.

La conciliación de opuestos (aquel viejo sueño alumbrado por el Ars Magna), el descubrimiento de los universos diferentes que pueden ocultarse dentro de una supuesta unidad, y los vínculos profundos que suelen existir entre cosas aparentemente muy distantes, son experiencias difícilmente alcanzables por la razón, pero naturalmente posibles en la dimensión artística de la existencia.

Así, un sabor puede disparar una infinidad de evocaciones (Proust y sus célebres magdalenas); los sonidos sugerir colores, o las pinturas resultarnos “musicales”... Precisamente esta cualidad de concentrar sentidos y multiplicar experiencias, distingue a la obra de Jesús Marcos como artista total. Plenamente dueño del oficio de pintor, sitúa sus producciones en el preciso cruce entre emoción y razón, expresadas en un vibrante cromatismo, y en una sólida geometría respectivamente.

Todos los elementos específicos del lenguaje visual, concurren a dar forma a obras donde misterio y rigor formal se potencian mutuamente. El preciso andamiaje constructivo de las pinturas de Jesús Marcos, tiene tanto encanto como la sutil sensualidad de su cromatismo. Y las muy estudiadas relaciones tonales, estructuran geométricamente las obras tanto como la contundencia de sus líneas y formas.

Pero aún estando ante “pinturas-pinturas” (es decir, producciones arraigadas en su especificidad disciplinar, conceptual y formal) es inevitable sin embargo experimentar evidentes asociaciones interdisciplinarias. Las estructuras compositivas, articulan su afirmación de la bidimensionalidad en virtud de sabios juegos de poéticas “rimas” formales que se eslabonan a través de toda la superficie. Y acaso la recurrente representación de violines (uno de los íconos por excelencia en la trayectoria de nuestro artista) sea una de las claves que, a manera de guiño cómplice, nos acerca invitándonos a sumergirnos en una lírica y contundente “musicalidad” basada en los ritmos formales y cromáticos que estructuran sus pinturas.

Evocaciones poéticas, musicales… pero ante todo, pinturas. Pinturas que nos devuelven la rica historia de su autor, quien fue conquistando su propio lenguaje, recorriendo experiencias entre su aldea y el mundo. Pinturas que en sí mismas son un elogio de la diversidad y la profunda riqueza del alma, de quien supo nutrirse en caminos compartidos con figuras de la talla de Juan Carlos Castagnino, Antonio Berni, Juan del Prete, Miguel Diomede…

Pinturas reunidas en esta espléndida muestra, que es una celebración de su arte tan pleno, junto al profundo dolor de su reciente partida… Pinturas que sabrán trascender vientos de modas y humanas circunstancias.

Víctor Fernández
Director MBQM

 

Jesús Marcos
Itinerancias

Desde el 24 de Agosto al 22 de Septiembre de 2019

Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín
Av. Pedro de Mendoza 1835
Ciudad Autónoma de Buenos Aires