Alejo Musich. Como el tigre el reino

La obra de Alejo Musich pone en escena la potencia de lo arcaico y la relación distante, desde lo consciente, con nuestra realidad contemporánea.

Su obra interroga de modo activo esa distancia, revelando y desplegando nuevas imágenes vinculadas a la mitología, al folklore, al misticismo y a la historia del arte.

La naturaleza es el horizonte estético de la obra de Musich: animales y paisajes. Esta referencia al mundo natural se presenta dinámica: los protagonistas de las obras van mutando en su sentido de existir, acercando de este modo aquel mundo arcaico a lo contemporáneo.

Un árbol es un árbol, y un animal es un animal pero estas figuras son al mismo tiempo, en la pintura de Musich, portal y símbolo. Símbolos que habilitan la reflexión y el diálogo con otros modos de percepción y de pensamientos sobre lo místico y lo Divino.

La obra se devela al fin como un nexo entre estos universos: reales y mitológicos y sus imágenes resuenan como esa música constante que en ocasiones suena sutil, a veces épica, y por momentos triunfante.

 

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La pintura que presta su título a esta exhibición es quizás la más enigmática de todas, el nombre le sienta bien, es el vacío enmarcado, señalado. El reino no aparece. Sólo un fondo oscuro, no completamente plano pero manchoneado, la textura de un cuerpo de agua ennegrecido o de una niebla particularmente espesa o tóxica, lo desconocido al fin. Su perímetro, no obstante, florece: orquídeas, plantas tropicales, nueces, frutos, aves, y hasta el tigre del título se asoma. Quizás sea la conclusión menos amigable, pero podría ser una pintura del futuro, del renacimiento no-metafórico que vivirán todos los organismos que nos rodean una vez que no hemos estemos más aquí. Cuando lo no-humano pueda salir del marco y centrarse en nuestro vacío.

No es necesariamente obvio, pero el antropoceno ha llegado a la obra de Alejo Musich. Tuvo que dar algunas vueltas, por que si algo hace Musich es indagar el pasado casi obsesivamente, repasando y observando las composiciones, las paletas de color y los temas que ocupan su enorme mina de referencias: los grabadores del s.XVIII, Goya, los tapiceros de la transición gótica-renacentista, los mismos renacentistas, los grabadores japoneses. Al estudiar las aproximaciones de todos éstos, Musich busca mediar la distancia entre lo arcaico y nuestra realidad. Y la naturaleza es su horizonte estético último, pero ¿qué significa eso hoy? El sujeto de Musich no es específicamente la relación de los humanos con lo que hemos definido como natural —versus lo creado por nosotros, que siendo estrictos, también salió de la naturaleza—; sino los encuentros, los intentos tempranos de entendernos mutuamente entre lo humano y lo no-humano, las formas que han tomado esos acercamientos, las historias que nos contamos sobre ellos, y cómo éstas han marcado la relación material, últimamente tóxica, con nuestro entorno.

La naturaleza de Musich es fantasiosa y mística, es la naturaleza de los que vinieron antes de él, aquélla sobre la que proyectamos nuestros temores más primarios, nuestras necesidades más básicas y nuestras actitudes más arraigadas. Los conejos fuman, pero también son dragones. Los pelícanos son majestuosos y amenazantes. Los perros, fieles acompañantes de nuestra evolución, tienen vidas interiores sin nosotros. Los rinocerontes blancos siguen aquí. La paleta de color —dorados, rubís, azures—, la ondulación de las líneas, los planos indistinguibles, resultan en imágenes oníricas: Una naturaleza idealizada que no por eso es menos real, es la que nos ha criado, tan inventada como inmanente.

En esos pasados lejanos y cercanos, la flora y la fauna han sido acompañadas de una dimensión simbólica, en la que pueden representar lo divino, lo místico — la historia de la representación de la naturaleza es también la historia del folclor, de nuestras explicaciones de nosotros mismos. Y ésto sigue siendo así: mirar el Amazonas en llamas, el Mar de Cortés inundado de ácido, los glaciares menguantes, genera reacciones viscerales y profundas en muchas personas, muy a pesar del limitado poder real de acción que tenemos ante tales catástrofes. Nuestra relación con nuestro entorno es una de las vetas más esenciales de nuestra identidad como especie, como grupo, como sociedad. Musich interroga esa distancia ficticia, las narrativas que nos permiten levantar la frontera vaporosa entre lo humano y no-humano, el espacio de la gimnasia mental necesaria para saquear y explotar, de la voluntad de estar siempre al centro aún cuando avancemos hacia la nada.

Gaby Cepeda

 

Alejo Musich
Como el tigre el reino

Desde el 19 septiembre al 31 de octubre de 2019
Lunes a viernes: 10.30 a 19.30hs
Sábados: 10.30 a 14hs.

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